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Una decisión de Lorenzo… y los médicos

La noticia del día de ayer en el GP de Holanda se produjo muy lejos del circuito de Assen. El protagonista de un viernes de calificaciones no estaba en la pista sino en un hospital de Barcelona. Jorge Lorenzo pasó por el quirófano, la operación de clavícula fue bien… y se cogió uno de esos jets de magnate para regresar a los Países Bajos por si hoy pudiera estar en la parrilla de salida, que para algo se había ganado un puesto en ella con su rendimiento en la primera sesión de entrenamientos del jueves. Y según lo hizo público (incluso antes cuando se empezó a barajar tal posibilidad) se abrió un intenso debate: ¿es oportuno que un piloto en su estado se ponga al manillar de una moto de carreras?

Opiniones, como no podía ser de otro modo, para todos los gustos, con argumentos de lo más diversos y respetables cada uno de ellos. Sin embargo, en este caso creo que sólo son realmente vinculantes dos puntos de vista, dos criterios que se complementan y que deben prevalecer sobre los demás. El primero, el del propio piloto; si Lorenzo cree que está para correr, si tiene la intención de defender los puntos que le sea posible, está en su derecho de hacerlo… siempre que reciba la autorización médica. Ésta es la segunda opinión determinante, la de los facultativos que deben valorar si el mallorquín se encuentra en condiciones de competir. Porque si unos y otro consideran que el campeón de MotoGP puede correr, no creo que seamos los demás quienes tengamos que decir lo contrario. Al menos, yo no lo haré, sea cuál sea mi punto de vista personal. Hoy saldremos de dudas…