España, mucho amor y poco sexo

España, mucho amor y poco sexo

La marcha triunfal de España, el dominio del fútbol de La Roja en el último lustro comienza a levantar envidias en todas partes del mundo, no sólo en Brasil. De la Selección que brilló en la Eurocopa de Austria y Suiza escuché decir a Platini antes de la final frente a Alemania que "España juega muy bien, pero también Portugal y hace días que está en casa...". Maradona, en el Mundial 2010, dijo que "España sería eterna campeona del mundo si los partidos se jugasen sin porterías". El Pelusa se refería a la, según él, poca profundidad de España, que terminó ganando en Sudáfrica, en 2010. Lizarazu, el francés de origen vasco, tuvo la ocurrencia de decir que "el juego de España es como la relación de dos abuelos: mucho amor y poco sexo".

Detrás de todas estas manifestaciones empiezo a notar envidia por los éxitos de España, que comienzan a ser una incomodidad por cuanto atacan a la competencia, a la alternancia de los ganadores. Puede ser envidia o quizás sea hartazgo. O las dos cosas a la vez. Un poco lo que le pasa a Nadal cuando juega en París, para que me entienda todo el mundo. Pero esto no debe sacar a la Selección de su carril. En la Confecup España ha jugado en campo contrario. El público, hoy, estará con Italia más incluso de lo que lo estuvo con Tahití o Nigeria. Es el peaje que hay que pagar por ser campeones de Europa y del mundo, por ser favoritos y por tener un equipo en el sería difícil que fuera titular, si acaso, un solo jugador de Brasil, que juega en casa.

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