Recuperar la bici y la infancia
Hubo un tiempo, no tan lejano, en que los niños soñaban con tener una bicicleta. Lo soñaban con ahínco y durante meses, incluso años. Después del balón, el regalo absoluto era la bici: la BH clásica, al principio, y luego, para los de nuestra quinta, la Motoretta o la GAC, pianos de última generación que en lugar de sillines tenían sillones, comodísimos para pasear pero infernales para escalar el terrible puerto de la cuesta del garaje.
Sospecho que los niños de ahora reclaman antes una Play que una bicicleta, y el loable objetivo de la Vuelta Júnior no es otro que recuperar para ellos el gusto de montar en bici y el placer de relacionarse sobre ella: quien no se ha despeñado con su montura por impresionar a una dama no sabe lo que es el amor verdadero (ni el dolor de huesos).
Es bueno acercarse a la bici (no muerde si es atacada), como positivo resulta inculcar a los jóvenes que la Vuelta a España es algo nuestro, parte de nuestro escenario sentimental, un escaparate único para mostrarnos al mundo como pueblo y paisaje. El único problema de la Vuelta Júnior, y no es menor, es que está vetada para los mayores de 12 años. Esa es la razón por la que desde aquí solicitamos a Javier Guillén y a Cofidis la creación de la Vuelta Sénior, a ser posible con Motoretta y oxígeno en la llegada.