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Zubi, un sospechoso en la oficina

Llegó de la mano de Guardiola y bajo la sospecha de Rosell, que quería a Guillermo Amor en su puesto. Luego, fiel a la coherencia del cargo que desempeñaba, fue el brazo ejecutor del relevo del de Santpedor, lo que le llevó a distanciarse de su amigo Pep. Pero ese gesto, doloroso, no le sirvió a Zubizarreta para dejar de ser un cuerpo sospechoso en la sala de juntas. Tanto es así, que en la última semana, ante la OPA que sufrieron sus colaboradores,  Julià  y Valentín, se planteó dejarlo. Seguirá un año y cuando acabe su contrato lo más  probable es que abandone la dirección deportiva.

Este verano está siendo un Vía Crucis para el supuesto máximo responsable de la dirección deportiva al que se le cargan todos los muertos desde que metió la pata al reconocer públicamente (tenía motivos) en Canal Plus que la renovación de Valdés iba por el buen camino. No ha tenido participación mediática alguna en las negociaciones por traer a Neymar y se le viene encima el Tsunami Thiago, más mediático que futbolístico. Los mejores partidos del hispano-brasileño de los dos últimos años han sido en la categoría Sub-21 y vistiendo la camiseta de España. Visto así, cobrar 18 millones por él no parece mal negocio. El último negocio.