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La España Prometida

Que siga la fiesta... España es un parque temático dedicado por entero al fútbol. Si pasan ustedes al pabellón de los mayores, verán 45 minutos de ensueño ante Uruguay. Demuestran a los ilusionados visitantes que la perfección existe y les hacen sentirse tan estupendos como Spielberg cuando finalizaba una de sus excitantes superproducciones. Pero si cogen de la mano a sus peques y les llevan al pabellón Sub-21, la imaginación les lleva a la Fábrica de Chocolate. Allí te aparece un tal Thiago, que tiene cosas de brasileño (hijo de Mazinho y, además, se apellida Do Nascimento), de italiano (nació en Lecce, Italia) y de español (lleva aquí desde crío y otro de sus apellidos es Alcántara, como la familia del Cuéntame). Por otro stand vemos a Morata, un madrileño espigado que ha modelado su físico y su fútbol para recordarnos que Van Basten 'vive'. Acaba como Bota de Oro y nos dejó en la final de Jerusalén una jugada llena de ingenio (el amago y el desborde hacia dentro) y de visión, con un pase fantástico a su amigo Thiago para que iniciase el aniquilamiento de la empequeñecida Italia. La trilogía de la gloria la completa Isco. Málaga ya no sólo presume de su fantástica plaza de toros, de la casa natal de Picasso o del castillo de Gibralfaro. Ahora tienen a Isco (born in Arroyo de la Miel, 1992). Juega al engaño, se cose la pelota a los pies como si ésta fuese el muñón de su bota y siempre imagina lo mejor. Es un optimista de la vida. Y del fútbol. Es el último lince ibérico. ¡MVP, MVP, MVP!    

Profesor Lopetegui. Le echaron del Madrid en 2009 pese a que en el Castilla empezaba a hacer un trabajo prometedor (le restaba un año de contrato). Julen, en plan Del Bosque, se ha tomado la revancha cuatro años después convirtiéndose en el técnico campeón de Europa, en el forjador ideal de este grupo de talentos que sólo necesitaba un profesor coherente y directo en el lenguaje para sacar su frasco de las esencias. Julen ha reeditado el éxito de 2011 y ha logrado que nos tomemos la revancha ante esos italianos presumidos que amargaron la noche a mi Raúl y a mi De la Peña en la final de 1996 ante los transalpinos en Montjuïc...

Detalles de grandeza. Lo importante no es sólo ganar, sino la manera en que luces la victoria. Ese pasillo que les hicimos a los italianos nos ganará el respeto de estos Verratti, Insigne y compañía para futuras confrontaciones cuando la barba recia supere la edad de las espinillas adolescentes. Los españoles somos gente maja, en general, y eso se traslada a nuestros equipos de fútbol cuando se enfundan la Roja. Somos una escuela de fútbol y una escuela de hombres.

Stop. Hay que frenar la hemorragia que condena a nuestros futuros cracks, salvo los que juegan en el Barça o el Madrid, a exiliarse a la Premier o a la Bundesliga. En el once inicial de la final estaba el portero del Manchester (De Gea), pero el resto son producto nacional: Illarramendi e Íñigo Martínez (R. Sociedad), Montoya, Bartra, Tello y Thiago (Barça), Alberto (Sevilla), Koke (Atlético), Isco (Málaga) y Morata (Real Madrid). Déjense de experimentos out of Spain y apuesten por los nuestros por Dios...

¡Toma Platini! Cuando el gallo francés metió aquel gol potrudo al mítico Arconada en la final de la Euro 84, nunca imaginó la que le esperaba. España ha pasado de víctima a verdugo, de ardilla a tigre de Bengala. Platini, prepara más medallas.