En Brasil hay algo más que fútbol y samba
Con el empacho de acontecimientos deportivos que van a tener en los próximos tres años, los brasileños son conscientes de que se la juegan en la Confederaciones. La primera impresión es que están haciendo más por dar buena imagen los ciudadanos que los mandatarios. Me explico. Nuestra llegada ha coincidido con una protesta masiva por la subida de precios en el transporte. A eso hay que añadir el malestar en algunas sedes de personas que fueron desahuciadas para poder construir los estadios (ayer en Brasilia se montó una buena). En contraste, la gente se vuelca con el visitante. Diríamos que Brasil es fútbol y hospitalidad.
La simple acreditación de prensa te abre muchas puertas. Esperar un taxi se convierte en un calvario en Recife salvo que enseñes dicho salvoconducto. Frenan en seco. Y lo mismo ocurre con los trámites aduaneros en el aeropuerto o la colaboración cuando acudes a trabajar al estadio. No obedece a una consigna de las autoridades, sino a un sentimiento por hacer cómoda la estancia al visitante. Están muy orgullosos de que su querido fútbol sirva para darles a conocer al mundo. Eso sí, los precios por las nubes. Tienen una moneda fuerte y se nota a la hora de pagar. La cesta de la compra, tan cara como en España. Si vienen a Brasil buscando chollos, olvídense.