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El Madrid se reencuentra

En uno de los peores partidos del Madrid en cuanto a efectividad en triples se recuerda -sólo en los últimos minutos Llull y Mirotic evitaron un récord negativo-, el equipo se reencontró consigo mismo. En juego y en anotación. En juego, porque esta vez las jugadas colectivas primaron sobre las acciones individuales a la hora de sacar adelante el partido; en anotación, porque el Madrid volvió a la senda de los 80 puntos o más. Y eso, como digo, sin apenas triples: ninguno en el primer cuarto, uno en el segundo, otro en el tercero y los tres del último que salvaron los muebles. Con ninguno de Carroll ni de Rudy. Éste, por cierto, lleva trece lanzados en la final ante el Barcelona y aún no ha conseguido transformar ninguno.

El juego interior del coloso Reyes fue el faro que iluminó al Madrid durante el partido. Con veinte puntos que igualan su mejor anotación de la temporada, con siete faltas recibidas y cinco rebotes. Como sucedió en la Final Four, él se bastó para derrotar al Barcelona, aunque fuera Mirotic quien diera la puntilla con un final pleno de acierto. Enfrente, el Barcelona fue poca cosa, sujetado sólo por Jasikevicius y Navarro. A estas alturas es un milagro que el equipo siga en competición. Jasikevicius tiene 37 años, y Navarro, el pobre, está más que renqueante. Mickeal, enfermo, se tuvo que ir; Jawai se lesionó; Lorbek está resentido del golpe del domingo. Demasiado está haciendo el Barcelona. Ahora le toca remar contra corriente.