Beit Yisrael: donde no hay fútbol
Aunque ahora andamos por Tel Aviv, los enviados especiales de AS pasamos las tres primeras noches de este Europeo en Jerusalén. Un mediodía regresamos impactados de Belén y Ramala, el fútbol detrás del muro. Para comentar la jugada, decidimos no quedarnos en el hotel. El día antes, pasando por casualidad por allí, había llamado nuestra atención un barrio ultraortodoxo con un gentío considerable.
Las expectativas fueron satisfechas. Nos asomamos a un colegio en el que nos recibieron como marcianos por llevar un iphone. Se extrañaron de que nos sorprendiera que ni críos ni profesores conocieran ni siquiera a Messi. Luego descubrimos que el barrio que nos había llamado la atención y en el que habíamos comido barato y muy bien por cierto era Beit Yisrael, el núcleo ultraortodoxo más puro del mundo. Con sus costumbres y su forma de vida, sí, pero muy distinto. Nos resultó imposible localizar un lugar en el que la gente estuviese jugando al fútbol pero a mí me pareció que cuando sacamos el balón ante la extrañeza de muchos y, no se puede obviar, el rechazo generalizado, a los críos se les iluminaron los ojos. Allí jugaron hasta que vieron visibles gestos de desaprobación en sus mayores. Yo, sinceramente, no vi jamás nada igual.