Esas cosas de la F-1 moderna
Soy periodista, no ingeniero. Asumo que muchos detalles técnicos de esta compleja Fórmula 1 actual se me escapen, pero en ocasiones me quedo con la sensación de que en realidad no tengo ni idea... Quizá sea así, porque a veces me cuesta encontrar explicaciones a determinadas circunstancias. Me da la impresión de que haber visto carreras, de coches y de motos, desde hace 35 años me ha servido de poco. Por ejemplo me ocurrió ayer, durante la calificación del GP de Canadá, cuando Bottas se clasificaba tercero para la parrilla y Alonso tenía que conformarse con ser sexto y a siete décimas del finlandés. Un debutante contra un bicampeón; un Ferrari contra un Williams. Y una pista mojada, de ésas que dicen que definen a los mejores.
Como no albergo la más mínima duda sobre el descomunal talento del asturiano, sólo me queda pensar lo que digo, que las carreras se están volviendo demasiado complicadas para comprenderlas. Me hablan de carga aerodinámica, de reglajes para agua, de calentamiento de los neumáticos... Mil y un matices en los que seguramente se base lo que para mí no deja de ser un misterio. Yo nunca olvidaré una primera vuelta mágica de Senna en Donington Park bajo un auténtico diluvio. Aquello sí lo entendí, aquello sí me emocionó. Un hombre, una máquina y mucho valor. Hoy parece que todo se reduce a medio grado de inclinación en un alerón o de temperatura en una rueda. ¿No queda ya sitio para la heroicidad? Me resisto a creer que deba ser así...