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Respeto entre gladiadores

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Todos los deportistas compiten para ganar, pero sólo los elegidos lo hacen por entrar en la historia. Con agonía y épica se construye el recuerdo. La semifinal entre Nadal y Djokovic ya figura en el casillero de 'inolvidable'. Como la extenuante final de Australia en 2012 que entonces ganó el serbio tras un combate de casi seis horas, o las 4h:48 que empleó el gigante de Manacor para tumbar a Federer en Wimbledon 2008. También el partido decisivo con cinco sets y tres tie-break contra el suizo en Roma 2006... Son partidos que se pueden considerar entre los mejores de la historia del tenis. Monumentos.

Pero lo realmente valioso de Nadal es que, tras siete meses de lesión, ha vuelto para ocupar el sitio que dejó. Cuando reapareció en Viña del Mar veía fantasmas. Cuatro meses después, contabiliza nueve finales y seis títulos. Uno se lo ganó a Ferrer, en Acapulco. Y si mañana le vuelve a derrotar sentirá satisfacción y dolor porque sabe que su colega en tantas batallas de Davis merecería adornar su palmarés con un Grand Slam. Rafa admira sinceramente al currante, a un gladiador como él, que sin rechistar suma 20 títulos en todas las superficies, pero sólo un Masters 1.000 y ningún grande porque ha tenido la mala suerte de compartir época con cuatro monstruos.