Los Mourinhos del baloncesto
Última oportunidad para tres equipos de seguir en los playoff. Horas de tensión e incertidumbre. Sobre todo para los entrenadores, que en el baloncesto tienen un poder de decisión brutal. Alfredo Relaño escribió recientemente que el fútbol ha sido, es y será de los futbolistas, y que la aportación de los entrenadores es poco más de un 10% o un 15% de la suma final. Ojalá pudiéramos decir lo mismo en el baloncesto. Fue de los jugadores, ya no lo es y de lo que será no sabemos. Los técnicos toman tantas decisiones que han secuestrado el baloncesto. Rotan jugadores entre 25 y 30 veces y, además, les cambian de posición: al 1 le ponen de 2, al 2 de 3, al 3 de 4 y al 4 de 5, con lo cual sacan otro 1. En 40 minutos toman al menos 50 decisiones.
"Un entrenador de baloncesto nunca permitirá que sus jugadores ganen el partido", dijo alguien que no recuerdo. Es una manera de expresar el poder que han adquirido los técnicos, convertidos en auténticos Mous por cuanto mandan. Además, con un protagonismo exagerado. Saben que las cámaras les siguen, y gritan, saltan, se desgarran, sobreactuan. Sus exaltaciones contrastan con la actitud de los jugadores en el banquillo, que rara vez manifiestan sus sentimientos. Como si el entrenador tuviera el monopolio de exteriorizarlos. Los jugadores, simplemente, esperan. Esperan a que el entrenador les diga "tú". Y salen, obedientes, sabiendo que les quitarán aunque lo hagan de maravilla. Contra esto sí que estaría justificado hacer una huelga.