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The Special Jupp

Buen pagador. Después de cinco finales perdidas, dos de ellas en los últimos cuatro años, el fútbol le debía una Copa de Europa al Bayern. Anoche se la pagó. También le debía una alegría a Robben, que marcó el gol del triunfo y se quitó un gafe que apuntaba a maleficio legendario.

Cola en caja. No es mala noticia que el fútbol pague sus deudas. Al Málaga le debe unas semifinales, al Valencia una orejona y al Atlético un desquite con final feliz. El gol de Cardeñosa nos lo cobraremos con intereses en cuanto Brasil se nos ponga a tiro: en la Confecup o más allá.

Estuvimos allí. El fútbol sigue siendo un juego de once contra once en el que siempre ganan los alemanes (ayer más que nunca). El matiz es que al campeón lo sostuvo un navarro y lo elevaron los goles de un croata y un holandés. Unión Europea, frau Merkel. Repita con nosotros.

Alivio madridista. De haber ganado el Borussia, el Madrid hubiera enviado emisarios para el fichaje/secuestro de Klopp (como segundo de Ancelotti), Lewandowski y Reus. El gol de Robben abortó la misión. Se confirma que el Madrid tiene más agentes repartidos por el mundo que la CIA.

Pobre Pep. Tan abatido como Klopp se quedó ayer Guardiola, que para igualar a Heynckes tendrá que ganar la próxima temporada la Liga (con 25 puntos de ventaja), la Copa de Europa y, probablemente, la Copa de Alemania (a disputar el 1 de junio). O inventa el fútbol con chucrut o fracaso seguro.

Gran Heynckes. Ganar dos Copas de Europa con dos clubes diferentes y que te larguen ambos es algo que está al alcance de muy pocos entrenadores. Por eso a Florentino le seduce tanto Jupp, porque le asegura dos placeres sublimes: el título y el despido.

Confesión íntima. A la media hora de proclamarse héroe de la final, Robben ya se nos hacía pesado. No paraba de jalear a la grada y de agitar la Copa como si fuera una coctelera. Y estaba sereno. Mejor no pensar en su celebración en Múnich. Hay tipos que sólo son entrañables en su versión perdedora. Véase Rompetechos.