No hay partido, no hay debate

Para ser presidente del Madrid se precisan dos años más como socio de los que pasó Gento en el club (18, que dieron para seis Copas de Europa, 12 Ligas y dos Copas) y 76 millones de euros, cantidad superior al presupuesto de 16 equipos de Primera. Los estatutos han pasado de reglas de juego a arma nuclear de disuasión. El buen propósito de alejar a tiburones, petroaventureros y aprovechateguis varios deriva en muro inabordable para aspirantes: nadie, salvo Florentino, es inmensamente rico e inmensamente socio a la vez.

Florentino es favorito en este partido contra cualquiera, pero le parece mejor que no haya partido. Quizá porque la goleada ya no es segura, quizá porque le conviene una carrera electoral corta y cuesta abajo, con más autocomplacencia que golpes de pecho. Eso le ahorra el debate sobre un mal año al que no cabe echar azúcar y las explicaciones sobre la entrega incondicional de la entidad al extravío dialéctico de Mourinho, cuyo carácter ha acabado por avinagrarlo todo, a cambio de poca cosa. Sin el portugués ya no habrá conflicto diario pero tampoco refugio a otra temporada en blanco.