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Final de Copa muy motera

Circuito de Le Mans. Nueve y media de la noche. Jarrea como para salir en barca. En el camping anexo queman rueda los moteros franceses. Mientras, en los camiones de los equipos, todos pendientes de la tele. Se juega la final de Copa y hay poca tensión. Mucho aficionado del Barcelona. Rompe la monotonía el primer gol de Cristiano y los gritos de Mela Chércoles, replicados por algún rojiblanco camuflado. Se anima la cosa. Más cuando el mencionado periodista ilustre en el Mundial de MotoGP pregunta con sorna que si está jugando Diego Costa. Pum. Empate del brasileño que estaba ausente, tras jugada increíble de Falcao. Vuelve la calma. Curioso ver cómo la gente de la moto ve con cierta distancia un acontecimiento tan emocionante. La adrenalina les sube con el olor a gasolina. En el descanso levantamos el campamento instalado en el equipo Avintia y nos vamos al camión de Ángel Nieto. Allí sube la temperatura. El anfitrión, madridista confeso, se muestra prudente y aventura victoria del Atlético. Creo que lo hace por fastidiar a Mela. No hacía falta porque el rojiblanco camuflado ya se encarga de ello. Y en eso van cayendo los remates al palo de los blancos.

Aún así el ambiente no acaba de caldearse. En la mente de todos está si va a seguir lloviendo el domingo, si Rossi va a dar un golpe de mano, si Márquez seguirá metiendo el dedo en el ojo de los consagrados. Y en eso que se empieza a barruntar prórroga. Nueva tregua. Hasta que expulsan a Mou. Ahí, el aplauso es generalizado, como los pitos en el Bernabéu últimamente. Omito ciertos comentarios que podrían herir la sensibilidad del lector. ¿El resultado? Por una vez me dio la impresión que era lo de menos.