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Vamos porque nos da la vida

Cuando aún no se han acallado los ecos del estúpido -lo que no le quita un ápice de gravedad- ataque sufrido por Simone Moro, Steck y Griffith en el Everest a manos de un grupo de sherpas contratados por expediciones comerciales, nos llega la terrible noticia del fallecimiento de Alexey Bolotov. Su cuerda se ha roto, precipitándole al vacío, cuando había sobrepasado la Cascada del Khumbu y realizaba el ataque a la cumbre más alta del mundo siguiendo una nueva vía que él y Denis Urubko querían abrir en su cara suroeste, en estilo alpino y sin oxígeno, como llevaban haciendo desde hace décadas.

Bolotov ha muerto muy cerca de ese abarrotado campo base tomado al asalto por las expediciones comerciales, pero no podía estar más alejado de lo que ellas representan. Dos Piolets de Oro en su haber sólo dan una pista de su talento y valentía, y de las numerosas e increíbles escaladas que llevó a cabo, siempre desde una ética guiada por la limpieza y el compromiso personal. Sus rutas en la vertiginosa pared oeste del Makalu (8.463 m), en la cara norte del Jannu o, hace seis años, en el pilar oeste del K2 (8.611 m), son hazañas portentosas de alpinistas que se encuentran a otro nivel, no sólo deportivo, sino, sobre todo, ético.

Él y compañeros como Dennis Urubko, con el que se encontraba intentando el Everest, son personas que han logrado la excelencia moral y profesional. Y creo que nada mejor que sus propias palabras para comprender la grandeza de este alpinista. “Las montañas por sí mismas no significan nada, son sólo piedras y hielo. Quien les da vida es el ser humano al subirlas y hablar de ellas; al vivirlas les da entidad. No podría decir que el montañismo en sí es un deporte, porque aquí no hay mejores o peores. Esto no son los Juegos Olímpicos, donde uno es más rápido por tres segundos o porque ha saltado dos centímetros más. Aquí lo importante es que cada uno sea consciente de los límites de su cuerpo. Además, la fama que consigues con el deporte para el alpinista no significa nada. Eso que llaman gloria para el alpinista no existe. Esto no es fútbol o tenis. No da dinero. Por eso no vamos ahí arriba en busca de éxito, vamos porque es lo que nos da vida".

Una vida que puso en riesgo durante el intento de rescate de ese gran tipo y buen amigo que fue Iñaki de Otxoa de Olza. Hay veces que pienso que pagamos un precio muy caro por vivir como queremos, por esforzarnos por hacerlo con una ética que nos diferencia, por ser honestos y, en definitiva, porque todo eso nos haga mejores personas. Pero, como el buen título del documental sobre ese intento de rescate, en el fondo lo que buscamos es Pura Vida. Por eso mismo, quizá cuando lean estas líneas mi amigo Álex Txikon se encuentre, ojalá, llegando o regresando de la cumbre del Nuptse, una montaña de 7.861 m cercana al Everest. Una de esas grandes escaladas que, en medio de todo ese circo, es toda una lección de alpinismo. Seguro que piensa como yo que sería el mejor homenaje que le puede hacer a su amigo Alexey Bolotov.