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La hora de aprender a volver

Bill Russell royó los huesos del baloncesto hasta desnudar su núcleo: "Concentración y fortaleza mental". Ganó once anillos con ese mantra que ahora define a este Olympiacos que es pura coraza competitiva y que ha convertido en oficio ser el mejor cuando nadie espera que lo seas. Pero el guión no surge de la nada sino que lo escriben jugadores que acumulaban antes de saltar al O2 once finales de Euroliga. Para los del Real Madrid, esta era la primera final. Para todos.

El resultado es ganar o perder, a veces una moneda al aire, pero el credo es competir. Y ahí es donde el Real Madrid tiene que valorar las coordenadas de su crecimiento. Ha jugado su segunda Final Four en tres años, las únicas de una última década en la que CSKA ha disputado nueve por las cinco de Barcelona, Maccabi o Panathinaikos o las cuatro de Olympiacos. Ese tiene que ser el mensaje: volver una y otra vez, volver hasta aprender (concentración, dureza mental) Volver hasta ganar. Esta derrota es un golpe pero no es un fracaso: el fracaso sería disolverse, afligirse y acostumbrarse otra vez a ver la Final Four por televisión. La obsesión no tiene que ser ganar sino volver: volver siendo mejores porque eso, en definitiva, es lo que distingue a los equipos grandes.