Alonso y Ferrari lo bordaron
Ferrari ha ganado en Montmeló como uno espera que lo haga Ferrari, a lo grande, al dictado de la excelencia que le exige su historia y el espíritu de su fundador. El equipo y su estrategia rayaron la perfección, el F138 se mostró otra vez como un monoplaza muy competitivo y Alonso venció. Todo impecable. Éste es el guión que se le debe exigir a los de Maranello, pero siempre, no una carrera si y otra no, como está sucediendo este año, por lo que la prueba de Mónaco, ya de por sí la más importante del año, va a ser de gran trascendencia... porque tocaría fallar. Alonso sale de España tercero del Mundial, a diecisiete puntos de Vettel y como cuarto piloto de la historia que más triunfos ha conseguido tras Schumacher, Prost y Senna. Más no se le puede pedir.
Y si el peor enemigo del asturiano son los altibajos de su equipo, la regularidad de Raikkonen empieza a dar miedo. Lleva 22 carreras seguidas puntuando, a una sola de las 23 que logró Alonso y a dos del récord histórico de 24 de Michael Schumacher. El proyecto de Eric Boullier es sólido como el titanio, todo lo contrario que los frágiles Pirelli. Tiene razón Vettel cuando se queja de la inconsistencia de los neumáticos. Cierto es que son igual para todos y que Lotus y Ferrari se han adaptado a ellos mejor que Red Bull y Mercedes, mérito de Nick Chester y Pat Fry; pero no pueden ser ni tan decisivos ni más protagonistas que pilotos o escuderías. De lo que hay que hablar, por ejemplo, es de la pasada de Alonso a Kimi y Hamilton. Eso sí que es F-1.