NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Alirón a la carta. No se quejará el Barça. Celebró el alirón liguero desde casita, contemplando por televisión cómo ese Madrid que le reventó la temporada pasada a puntos (100) y a goles (121) entregaba la cuchara en Cornellà de una forma triste y plomiza. Uno albergaba todavía una leve esperanza que pasaba por dormir anoche a cinco puntos del líder y soñar con un triunfo esta tarde de los Falcao y compañía. Pero con Mourinho es difícil recurrir al Clavo Ardiendo y esas cuestiones dérmicas y epidérmicas que sólo entendemos los madridistas de cuna. El míster no quiso estar en el vídeo motivacional de la víspera del Borussia y ya en noviembre dio a entender que la Liga estaba perdida tras caer 1-0 en el Benito Villamarín. Una pena porque esta Liga la dejó volar el Madrid tras las Navidades, no en el famoso mal arranque de agosto. Después de los turrones volaron nueve puntos en El Sadar, Los Cármenes, La Romareda y Cornellà. Tanta concesión habilita y alimenta al enemigo y así no hay manera de estar a la altura de una plantilla tremenda que debería haber luchado por la corona hasta la última recta. Pero es absurdo darle más vueltas. El Barça ganó su título 22 de Liga. Que no cunda el pánico. Siguen a dos manitas de nosotros...

Suplentísimos. Lo que me disgusta es que el Madrid no muera de pie. Sólo con la salida de Cristiano en la última media hora se sacudió la atonía de un equipo sin alma, pánfilo, desganado y pasivo. No sé si es culpa del entrenador por no transmitirles el ardor guerrero que sí tenían sus hombres hace un año o si la responsabilidad es de esos actores secundarios que aceptan su condición con un irritante espíritu funcionarial. Así se explica que los blancos encajasen su enésimo gol a balón parado. Luego hubo otro de Moreno, que fue rigurosamente anulado. Sólo había dos titulares en el once inicial, Varane y Di María, y el destino castigó la propuesta al dejar KO al joven central francés. Una lesión de-safortunada que le deja sin final de Copa. Qué cosas tiene la vida. En realidad, Mou debería reclutar de nuevo al castigado y frustrado Pepe, pero tal y como está el patio veo más al veterano Carvalho haciendo pareja de baile con el capitán en funciones, Sergio Ramos, que habló bien esta semana para rebajar el clima de beligerancia verbal. Esta pesadilla debe terminar ya.

Milagro Aguirre. Siempre me gustó el mexicano. Un agitador de voluntades que, además, entrena muy bien. Cogió un Espanyol deprimido y súper colista, y pasados los meses le vemos luchando por meterse en Europa. Vibró con el gol de Stuani, vivió el partido a tope, golpeando a Wakaso para que espabilara, y no paró de gritar. Mou, que al mediodía recibió algún pito en el aeropuerto de El Prat, apenas salió de la cueva...

Proyecto Cristiano. Sus 37 minutos en el campo reactivaron al Madrid para darle identidad. Se pegó con Forlín, penetró con fiereza por la banda y buscó el tanto de la victoria tras el golazo de Higuaín. Si se confirma la marcha de Mou, no hablemos más del Proyecto Ancelotti o el Proyecto Heynckes. Aquí sólo vale el Proyecto Cristiano. Él es el presente y el futuro de este club imperial. Cuidémosle.

¡Viva la Copa! El orgullo de los jugadores debe iluminar la conquista de la Copa. Se lo merece esta sufrida afición. Y merengues auténticos que se nos han ido como los presidentes de las peñas de Astorga y Alcudia. Va por vosotros, amigos.