Una final, 136 jugadores después
Ha costado jugar la final. Dieciocho años nada menos. Pero el Madrid se ve, por fin, de nuevo en la lucha por el título europeo de baloncesto. Y lo consigue con el equipo más españolizado desde entonces. Un cinco formado por Sergio Rodríguez, Llull, Rudy, Suárez y Reyes suena a titular; se incluye a Mirotic -en España desde hace ocho años, y español desde hace tres-, y más aún. Además, con Laso de entrenador, que tendrá menos predicamento que Scariolo, Maljkovic o Messina, pero a sentido común les gana. Porque es el sentido común lo que ha devuelto al Madrid a la élite continental. Florentino se cansó de tirar el dinero en el baloncesto y puso unos límites. Dinero sólo habría para los jugadores españoles, y si fueran buenos. Ejemplo, Rudy.
Hasta ahora lo que se hacía era fichar y fichar; a ser posible, extranjeros. Desde que el Madrid jugó, y ganó, la última final, por el club han pasado 136 jugadores, 73 de ellos, de 24 nacionalidades diferentes. Españoles, sólo 63, mas conviene precisar que 13 llegaron nacionalizados, la mayoría con pasaporte de conveniencia para no ocupar plaza de extranjero. Esos 136 jugadores dan una media de 7,5 fichajes por temporada, y no puede ser casual que el Madrid haya alcanzado la final el año que menos novedades presenta: cuatro, de los cuales sólo Slaughter pinta algo. La presencia de Draper, Hettsheimeir y Darden, quien además no juega la Euroliga, es irrelevante. Hasta han sobrado jugadores para llegar a donde no se conseguía desde hace dieciocho años.