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El sueño se ha terminado. Los cuentos de que mientras hay vida, hay esperanza ya no alimentan ni al más optimista del lugar. Quizás todavía no sea hora de pedir responsabilidades, o quizás sí. Como ellos mismos quieran, porque los que llevan meses huyendo de la Prensa deberán dar la cara tarde o temprano. Empezando por Mouriño y siguiendo por Torrecilla, la pésima planificación merece una explicación detallada. Al final, el Celta se ha tenido que jugar la vida con los hombres de la casa y los que ya estaban aquí el año pasado. Ellos y Javi Varas, probablemente el cedido más comprometido de la historia, se han dejado la piel en el campo, pero no han podido obrar el milagro. A ellos también hay que pedirle explicaciones, obviamente, pero no las mismas que a otros.

Los que ficharon a Pranjic, Park y Demidov deberán dar muchos motivos para que no se pida su dimisión. Comienza una nueva etapa en el Celta y la regeneración debe ser absoluta, empezando desde el sillón más alto. Si quiere puede esperar a que el descenso sea matemático, quizás sea lo lógico, pero hay que empezar a tomar medidas y decisiones ya, aunque sea en la sombra. Esta afición, que se ha dejado (y aún se dejará) la garganta hasta el último segundo se merece un respeto que no se le está dando. No valen cuentos.