La nube de la Operación Puerto sigue sobre el deporte español



Ya ha llegado la esperadísima sentencia de la Operación Puerto y tres días después parece que he encontrado un hueco para expresar por aquí mis reflexiones. Sería un buen momento también para hablar del Giro de Italia, pero el trabajo se me acumula. Lo haré más adelante. No estamos ante un punto final de la OP, porque todavía hay que resolver los recursos a la Audiencia Provincial de Madrid (tardarán entre ocho y diez meses) y, posteriormente y si procediera, los del Supremo. Como me dijo un abogado a través de un mensaje: "Esta misa aún no está dicha".


A la espera de que la sentencia sea firme, sí podemos extraer ya algunas conclusiones. Para empezar, los condenados han sido más o menos los que intuíamos aquellas personas que hemos asistido in situ a los dos meses de vista oral en un total de 23 sesiones: Eufemiano Fuentes e Ignacio Labarta. Yo tenía la duda de Yolanda Fuentes, a quien la juez absuelve a pesar de que reconoce en la resolución que hay indicios de su implicación. 


Vicente Belda y Manolo Saiz también han sido absueltos. En el caso del primero estaba cantado, porque existían pocas pruebas en su contra. De hecho, la Fiscalía ya había retirado su acusación sobre él. Había más dudas sobre el segundo, pero la juez tampoco ha encontrado pruebas suficientes. Creo sinceramente que Manolo ya ha tenido castigo suficiente con los siete años que ha pasado por hacer lo que otros muchos directores coetáneos, algunos de ellos todavía en el pelotón, también practicaban.


Ahora bien, una cosa es que Saiz y Belda no hayan cometido un delito, y otra muy diferente es que sí se ha demostrado que cohabitaban con las prácticas de dopaje, las consentían e incluso las promocionaban. Esa es la dura realidad para ellos y esa es la dificultad que se van a encontrar si quieren volver al ciclismo. En el caso de Saiz, en el momento de su detención lideraba el ProTour y participaba en la redacción de un código ético que él mismo incumplía. Por eso creo que no debe regresar. Además, él mismo declaró a la salida de los Juzgados: "Espero que nadie me recuerde ya la Operación Puerto". Si vuelve, ese recuerdo le va a llover constantemente desde muchos frentes. No creo que le merezca la pena. En el caso de Belda, a todo esto añade sus maneras, sus insultos y sus amenazas durante este periodo. Y un prestigio infinitamente menor que el de su colega Saiz, que sí aportó grandes cosas al ciclismo. No le veo el sitio, la verdad. 


Eufemiano y Labarta, esa ha sido la condena. Por el camino se han quedado Alberto León, que se suicidó, y Merino Batres, que se libró del juicio por el Alzheimer. Sus implicaciones eran aún mayores que la de Labarta. Dice también la juez que el doctor Fuentes se ayudaba de colaboradores que no fueron identificados. Y ahí llegamos a una de las mayores lagunas de la OP: la instrucción del juez Serrano, más preocupado por sobreseer hasta dos veces el caso, que de profundizar. La identificación de 'machacas' como Choina, Kalc o Jandro no era tan complicada a partir del sumario, sobre todo para aquel que dispone de las herramientas penales. 



El problema es que el propio juez Serrano no creyó mucho en el devenir de este caso. El CONI intentó también que se ampliara al delito fiscal, además de a los de fraude y asociación ilícita, pero nunca se investigó por ahí. Y ahora Eufemiano Fuentes resulta que aparece en la primera lista de Falciani de evasores en el banco HSBC de Suiza. La propia fiscal, Rosa Calvo, dijo en su informe final del juicio: "Si lo hubiéramos conocido durante la instrucción, hubiéramos indagado más en ese sentido". No se hizo.


Al margen de las condenas y las absoluciones, el punto más caliente de la sentencia ha sido la negativa de Julia Patricia Santamaría a ceder las bolsas a las autoridades deportivas para que se incoen expedientes disciplinarios. Confieso que esta decisión no me la esperaba. Una vez leída la sentencia, la entiendo desde un punto legal: ese trasvase podría agredir los derechos fundamentales de los 'propietarios' de esa sangre. Pero discrepo de la esencia porque la resolución no tiene en cuenta a los deportistas cuyos derechos también han sido violados por los tramposos.



La negativa pone a España en una situación muy delicada. Después de siete años, aquí todavía no se ha identificado 'oficialmente' a nadie, ni ha habido sanciones de ningún tipo. Eso es muy difícil de explicar fuera de nuestras fronteras, como lo es también que no se desvelara la presencia de corredores como Alejandro Valverde o Luis León Sánchez (que en el sumario sí sale identificado, pero no en el informe posterior de la Guardia Civil); o que se redujera el caso a medio centenar de ciclistas, cuando era obvio (y en el juicio ha quedado demostrado) que entre las bolsas había otros deportistas (como mínimo, atletas).


La denegación de las pruebas acrecienta esa "nube de sospecha que sobrevuela el deporte español", como dice John Fahey, presidente de la AMA. Lo peor es que tampoco hay garantías plenas de que se resuelva con la próxima Ley, que solicita pero no obliga a los jueces a esa cesión. Una inquietud que la propia Julia Patricia Santamaría recoge en la sentencia. Miguel Cardenal está convencido de que los jueces van a tener "esa sensibilidad" en el futuro, pero no lo debe ver totalmente claro, porque ya advierte de otra solución más dura: tipificar el dopaje de los deportistas como delito, como ya ocurre en Italia. Es decir: o los jueces ceden, o nos vamos a una ley más extrema. 



No quiero terminar sin reseñar algo positivo de la sentencia. Un médico, Eufemiano Fuentes, ha sido condenado por un delito contra la salud pública en un periodo en el que la inducción al dopaje y el suministro no estaban penados. A pesar de todo, eso es un avance, porque ya no existirá nunca la impunidad de antes. Delitos siempre habrá. Dopaje, también. Pero ya nadie podrá pavonearse de ello, de hotel en hotel... A bordo de su flamante Porsche. 

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