Una interpretación dañina
La imagen que hemos dado en el exterior tras la sentencia de la Operación Puerto ha sido espantosa. Más que por la sentencia, porque en una de sus resoluciones "procede acordar el comiso y posterior destrucción de las bolsas de sangre, plasma y concentrados de hematíes y de su contenido". Adiós pruebas. Una decisión que ha tomado la jueza Julia Patricia Santamaría en aras de que "al igual que no todo vale en el deporte, también en materia jurisdiccional han de respetarse unos límites, límites que vienen constituidos por el respeto escrupuloso al Ordenamiento jurídico aplicable". No voy a poner en duda que la jueza ha actuado de acuerdo a derecho, pero cuando las leyes van por un lado y la opinión mayoritaria y el sentido común por otro, algo falla.
Santamaría ha interpretado que "resultarían afectados los derechos fundamentales de terceras personas sin intervención en la causa penal". A cambio de proteger la identidad de unos maleantes, alimenta las sospechas de que en las bolsas hay sangre de atletas (algo más que probable), tenistas y futbolistas, que lo queramos o no, es de lo que están convencidos en el extranjero. Si las bolsas se destruyen, la credibilidad del resto quedará siempre en duda. Que no entregue las bolsas es, además, discutible. Las piden juristas, y la jueza Ana Jiménez dio la de Valverde a Italia sin haber sido recusada por ello. La importancia de las bolsas es tan significativa que la propia Santamaría las cita 321 veces en la sentencia. Cuando ésta sea firme será como si no hubieran existido.