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Felicidades a un club diferente

Felicidades, colchoneros! Ser atlético es diferente. Son genes que heredamos de nuestros padres y que no tienen que ver nada ni con títulos ni con museos ni con dineros ni con galácticos. El sentimiento rojiblanco se basa en el oso y el madroño de nuestro escudo. En la pradera de San Isidro y en la verbena de La Paloma. Ni pretendemos ni queremos los barrios de lujo. Nuestra ilusión es cada día ir a nuestro estadio, actualmente el Vicente Calderón, y ver once camisetas que se dejan el alma por la gente que ha acudido a apoyarles. La fidelidad es nuestro don más preciado. Ni con la casi de Bruselas, ni con el descenso a los infiernos, ni tampoco cuando celebramos títulos en Neptuno, cambia nuestro carácter, pues siempre queremos ver buen fútbol: la delantera de Seda, el contragolpe de Ufarte, Luis y Gárate, las bicicletas de Leivinha o los goles de Baltazar, Kun, Forlán y Falcao.

Lo imposible sigue siendo nuestro sueño. La arrogancia, la vanidad o la prepotencia están fuera de nuestro vocabulario. Por supuesto que disfrutamos cuando a nuestros vecinos millonarios les enseñamos lo que es ganar jugando de maravilla y nunca apelando al poder oficial ni a la llantina arbitral. Por eso es imposible que el Atlético desaparezca y eso que hemos tenido a lo largo de nuestra historia directivos, jugadores y entrenadores que se han empeñado en conseguirlo. Pero el bien más preciado es el de la gente atlética y por eso ahora estamos entregados a la causa del cholismo. Nadie como el argentino ha sabido captar y recoger lo que pasa por nuestro corazón. Incluso 110 años me parecen pocos y ya mi hija ha heredado mis virtudes colchoneras y ella estará para celebrar los 150 años del club. Enhorabuena, atléticos.