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La mágica emoción de una salida

Hay quien opina que la Fórmula 1 es un espectáculo deportivo poco consistente, que a las carreras les falta emoción, adelantamientos o batallas. Es evidente que somos muchos los que no lo vemos así, porque de otro modo no se explicarían las millonarias audiencias en televisión. Desde luego que los éxitos de Alonso son un aliciente para numerosos seguidores, pero también es cierto que cada día son más los que disfrutan de lo mucho que puede ofrecer una buena competición más allá del resultado de su ídolo (como digo, en el caso de España la mayoría nos confesamos alonsistas acérrimos). Por ejemplo, cada salida de carrera me parece un acontecimiento de una emoción e intensidad que difícilmente podremos encontrar en otra disciplina.

Los nervios de la parrilla, la tensión que se respira, los pilotos rodando en la vuelta previa como fieras enjauladas, esos segundos con los dientes apretados esperando a que se apaguen los semáforos... Y gas a fondo, rumbo a un final de recta que conduce a la gloria o al fracaso, una frenada de valientes con tanto riesgo como incertidumbre. Para mí es un momento mágico de cada domingo de gran premio, independientemente de cómo se consume la maniobra, los instantes de la arrancada sintetizan toda la grandeza de un deporte de hombres y máquinas extraordinarios. La de hoy en Bahrain será una de ésas, estoy convencido, porque Alonso sabe que éste es su año y Vettel quiere impedir que se cumpla tal pronóstico. Un auténtico choque entre locomotoras...