Bahrain no está para carreras de coches
Siempre he rehuido de mezclar deporte y política. Será porque lo primero me apasiona y lo segundo lo detesto. Cuando sus caminos se cruzan y no puedo evitar reparar en ello, me disgusto sin remedio. Lamentablemente, mucho me temo que este fin de semana será de esos en los que no podremos dejar de reflexionar al respecto, porque las circunstancias en las que se celebrará el GP de Bahrain no pueden ser pasadas por alto como si nada ocurriera. Llevo toda la semana viendo imágenes como las que hemos publicado en AS (incluyendo las recogidas por Manuel Franco fuera de la influencia del gran premio) y lo cierto es que no parece que el ambiente en el país sea el adecuado para celebrar un evento de estas características, supone darle la espalda a una realidad demasiado grave como para permitirse tales frivolidades.
Carezco de información y conocimientos para analizar lo que está sucediendo en Bahrain. Pero tampoco creo que la clave del asunto sea quién tiene más o menos razón en el conflicto (aunque una idea me puedo hacer), porque lo indiscutible es que un pueblo protesta y se rebela contra lo que considera injusto. Entre tanta crispación y desencanto, la verdad es que no entiendo muy bien qué pinta la Fórmula 1. No se tratan, lo estamos viendo cada día, de hechos aislados o anecdóticos, así que pasear ante tanto sufrimiento la opulencia de los grandes premios me parece de todo menos oportuno, la verdad. Ecclestone, como siempre, ha mirado por su negocio y ha hecho caso omiso a la evidencia, que incluía ciertas recomendaciones de terceros sobre lo inoportuno de llevar su espectáculo a un lugar que no está para carreras de coches. Una decisión egoísta e interesada de la que quizá ya se esté arrepintiendo. Y ojalá no tenga que hacerlo incluso más…