Cuando un deportista alcanza la élite de su especialidad, cualquier paso atrás suele resultar traumático. Es así como a muchos pilotos de Fórmula 1 les cuesta mirar con interés a otras categorías cuando salen de forma precipitada de los grandes premios (otra cosa diferente es si se retiran). Siguen pensando en volver, en tener otra oportunidad, en el que sueño no puede acabar así… Pero lo cierto es que casi nunca es sencillo que puedan volver a tener sitio en esa parrilla tan codiciada, sobre todo en estos tiempos de crisis en los que cada volante vale su peso en oro. Ahí tenemos el ejemplo sangrante de Jaime Alguersuari, joven y con talento pero incapaz de encontrar un puesto en uno de esos equipos que los subastan al mejor postor.

Por eso me parece muy inteligente la estrategia de Andy Soucek. El madrileño acarició su meta, fue tercer piloto de Virgin con la ambición de poder llegar a competir en F-1 a corto plazo. La coyuntura adversa le golpeó con la misma dureza que a tantos otros y seguir intentándolo sin ninguna esperanza era un esfuerzo baldío, en lo personal y lo económico. Así que decidió intentarlo por un camino paralelo, competir en otro campeonato quizá de menos relumbrón pero que le permitiera demostrar de lo que es capaz. Para empezar está en activo, se puede seguir sintiendo piloto y si los resultados le acompañan (ha arrancado muy bien en los GT) quién sabe en rumbo que puede tomar la situación. Desde luego que me parece mucho más provechoso y saludable que quedarse en casa lamentándose por lo que pudo haber sido y no fue…