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Alonso ayer aplastó a los Red Bull

Ya se puede asegurar que Fernando Alonso es uno de los candidatos a ganar el Mundial este año. El valor se le suponía, pero al Ferrari no, sobre todo después de la decisión de Montezemolo de dar continuidad al equipo de ingenieros del año pasado. A la cuarta puede que vaya la vencida. Alonso lo hizo todo bien y su equipo, también. Todos, incluso Massa. Las paradas, el momento de hacerlas, los cambios de neumáticos, la elección de estos, el ritmo de carrera impuesto (desde boxes le pedían que no empujara tanto) y sobre todo los adelantamientos, fueron de matrícula de honor. La superioridad demostrada, con diez segundos sobre el segundo, ha sido como la de los mejores tiempos de la terna de Michael Schumacher, Jean Todt y Ross Brawn.

Pero el mejor socio de Fernando este fin de semana ha sido Red Bull. Todo lo han hecho mal. Desde la declaración de guerra de Vettel a Webber tras un acto publicitario, hasta la inadecuada aparición de Helmut Marko proclamándose jefazo del equipo. Han dejado la estrategia de la mejor escudería de F-1 del mundo en manos de un chaval codicioso y enfurruñado y la tiranía de un anciano, de lo contrario no se entiende lo visto en China. Lo de la gasolina de Webber el sábado fue un descuido al límite de la torpeza, pero la decisión de dejar a Vettel dar dos vueltas más en el tramo final de la carrera, lo que le costó el segundo puesto, es de traslado fulminante de algún ingeniero, o del mismísimo Doctor Marko, a la categoría de clásicos. Veremos qué pasa en Bahrain.