El 2-0 debe firmarlo el Palacio

Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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El pasado miércoles, el Madrid del maestro Laso (para mí Pablo lo es y lo va a demostrar muy pronto) aplastó al Maccabi (79-53) con una entrada en el Palacio por debajo de la magnitud del partido: 8.076 espectadores. Ya sé que era día laborable, que hay mega-crisis y que, además, coincidía con el fútbol (con Messi suplente, el Barça podía quedar eliminado de la Champions y eso llevó a muchos vikingos a la pequeña pantalla). Pero siendo todo eso verdad, un Madrid-Maccabi siempre es un acontecimiento si de baloncesto hablamos.

En mi juventud viví veladas inolvidables en el extinto Pabellón de la vieja Ciudad Deportiva con esos duelos irrepetibles ante el histórico Maccabi de Aroesti, Perry, Williams, Silver y Berkowitz. Esos genios amarillos jugaban como si fueran los Lakers, coincidencia cromática aparte. Yo estuve en el Pabellón en aquella tarde de 1983 en la que el gigantón Williams saltó a la grada para liarse a mamporros con los aficionados tras haber recibido un monedazo. Menos mal que Perry fue detrás y lo devolvió a la pista con una llave de kárate que evitó una tragedia. Eran otros tiempos, otro baloncesto, otro Maccabi. Lo sé. Pero quedan cuentas pendientes que hay que saldar. Aquel triple en Vistalegre o la Final Four de Barcelona. El Palacio debe reventar hoy en busca del 2-0. ¡Vamos!

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