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Pedro, don Víctor, don Tito y don Leo

El fútbol es un espectáculo que empieza a ser dramático cuando la gente se pone la mano en la boca. El Barça jugó anoche un partido que exigía esa tensión: los aficionados no sabemos de táctica ni de estrategia cuando vamos perdiendo, y entonces todas las jugadas nos parecen decisivas, a favor y en contra. Nos ponemos la mano en la boca. Entonces es cuando entran en juego los héroes. En esta ocasión, los franceses nos pusieron la mala suerte en la garganta, y tuvimos que recurrir a los jugadores que son talismán del equipo para creer que no era posible el desastre. Era nuestra manera de sufrir agarrándonos a la madera de la suerte.

Ahí entró don Víctor, sin el cual la primera parte hubiera sido un calvario. El otro elemento de esperanza era don Tito, que parecía en la banda un mago. Se sacó de la manga a don Leo; éste galvanizó al equipo, como don Cid; fue la guinda, la pella de gofio que el Barça necesitaba como alimento. Y pasamos.