Para muchos de nosotros no hay partido al año más bonito que el del próximo domingo. Para los padres que tenemos niños cuya pasión ya es el Atlético, no hay día más intenso ni más emotivo que éste. Lo es por lo que significa: porque eso que uno ha vivido desde niño tendrá ya prolongación en el tiempo. Muchos sabrán de lo que hablo. Marina y Adrián, como sus amigos David y Ana, o como mis sobrinos Alejandro e Ignacio, están deseando de que llegue el domingo. Mi otra sobrina, Bea, aprendió a decir eso de Aleti antes casi que a hablar. Todos los niños se merecen ese homenaje. Ellos son el futuro y, por lo visto, y por los números que maneja el club, lo hay.
Pero, sobre todo, hay una bonita percepción. Después de años de tristeza y de muchos sufrimientos, los niños ya llevan la camiseta rojiblanca al colegio. Cada vez se ve a más pequeños orgullosos de su equipo. Antes llevaban a la espalda el nombre de Torres, luego el del Kun o de Forlán y ahora el de Falcao. Lo de menos es eso. Lo fundamental es que presumen de equipo y ya se sienten ganadores. El domingo, 10.000 niños poblarán las gradas del Calderón. Muchas familias acudirán al completo: abuelo, padre e hijos. Con ese apoyo es casi imposible no ganar.