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Barrunto un 'Happy end'. Hace un año, el Madrid se jugó las habichuelas en el Camp Nou ganando la Liga a lo grande. Khedira y Cristiano silenciaron a 98.000 culés y Mourinho terminó de filmar, semanas más tarde, su Ópera Prima futbolística: la Liga de los 100 puntos y 121 goles. El problema fue el alto precio que se pagó. El equipo llegó fundido al día del Bayern, que se derrumbó en los penaltis. Mou, que en temas de planificación no deja al azar ni el color del bolígrafo elegido, ha variado la estrategia. El equipo ha medio tirado la Liga (mejor dicho, la ha tirado) y todos los esfuerzos se han encaminado hacia un final de fiesta brutal, con los jugadores enchufados como si desayunasen las espinacas de Popeye. Este Madrid ha aprendido la lección y está como en los años de la Séptima, la Octava y la Novena. La Liga es un simple entremés. El bacalao llegará con la final de Copa ante el Atleti (¡anoche durmieron a cuatro puntos!) y la paletilla de cordero lechal está aliñada con el himno de la Champions. El ejército de Mou está en perfecto estado de degustación. Al Levante, que pasaba por allí, le volteó el búfalo blanco. Manita feliz.

Misterio Mou. JIM, el entrenador-milagro del Levante, no ha dicho todavía si seguirá o no en el Ciutat. Y Mourinho también continúa con su enigmático silencio sobre su futuro. En Inglaterra hablan de coqueteos indisimulados con el Chelsea. Una pena porque sus registros en el Madrid son colosales y en ningún otro sitio le van a dar semejante brillo. El portugués igualó ayer a Leo Beenhakker en número de victorias (121), pero ha necesitado 31 partidos menos que el holandés para lograrlo. Si se va, tardará muy poco en entender que su vida profesional carecerá de sentido.

Cristiano, explícaselo. El que sí ha encontrado el camino es su compatriota Cristiano. Su idilio con el madridismo no tiene fecha de caducidad. Él mismo dijo en la zona mixta que "mi futuro es el Madrid". Fue marcar Míchel y decirle Mou: "¡Salta a la arena!". El estadio bramó. Los granotas se hundieron sólo con verle en la banda. Llegaron los goles de Higuaín (¡media chilena perfecta ejecutada por un argentino nacido en Francia!) y de Kaká. Pero tras el descanso salió Supermán al campo, que penetró en la defensa levantinista como los cuchillos cerámicos que hoy promociona AS. Todo cambió. Operación Trueno. Benzema se quitó las legañas de su irritante indolencia. Xabi, Modric y Marcelo empezaron a buscarle y fue otro Madrid. El habitual. Transiciones a la velocidad de la luz y pegada de Tyson. Cuando Cristiano firmó su gol 46 en 46 partidos, recordé que ayer se cumplieron 45 años del triunfo de Massiel en Eurovisión. Cristiano se merece ese sonido feliz: 'La, la, la, la...'. La temporada perfecta del jugador perfecto.

Özil es un mago. La mezcla de sangre turca y alemana le ha ido de cine. En un simple cuarto de hora metió tantos goles (2) como Iniesta en toda la Liga...

¡Hala Madrid! Me encontré con mi amigo Pepe, presi de la Peña Almansa, y estaba radiante, como Hipólito, de la Peña Cuellarana. También vi a Pedro, el padre del inmortal Raúl (¡ayer marcó con Al Sadd!). Todos felices. Igual que los peñistas de Almendros, Arnedo, Picanya (¡Raquel debutó en el Bernabéu!), Villafranca de los Barros, Feria, Peña 1902 de Hospitalet de Llobregat, Rota, Pamplona Blanca, Santos de Maimona, Madridejos, Villacañas y Villanueva del Fresno. Y Alberto y Noelia, que se casan en junio. ¡El madridismo está radiante!