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Un punto para la esperanza

Un punto para la esperanza, para sostener la fe en la salvación. Quizá porque muy pocos lo esperaban. Después de once jornadas sin ganarle a nadie, el empate frente al Real Madrid debe ser el punto de partida de la resurrección de un Zaragoza que anoche recuperó algunos de sus mejores valores competitivos. El punto en sí no le alivia al equipo de Jiménez de sus urgencias en la clasificación, aunque le permite seguir una jornada más fuera del descenso, pase lo que pase hoy en el Mallorca-Depor. Pero el desarrollo del partido, y la contabilidad de sus méritos, le han dado un enorme empujón anímico para afrontar las nueve finales que le quedan por delante, la primera el sábado en Riazor: una final sin exageraciones. Casi un encuentro a vida o muerte.

El Zaragoza fue capaz de plantarle cara al Madrid y fue el que más persiguió la victoria. La persiguió hasta el final, sobreponiéndose al nuevo contratiempo muscular de Apoño y a su artillería limitadísima. No fue un gran encuentro, pero el Zaragoza dio todo lo que tiene y exigió al máximo a Diego López en tres o cuatro acciones claras. Volvió el célebre "Sí, se puede" de la temporada pasada, que ayudó a forjar el milagro de los milagros en el fútbol español. Y volvió también la polémica arbitral que no deja de sacudir al equipo aragonés en esta temporada: Undiano Mallenco se tragó un penalti de Essien a Hélder Postiga que hubiera decantado el resultado. Parece que el Zaragoza ha vuelto después de tres meses de ausencia. Lo comprobaremos en Riazor.