Cuando las disculpas sirven de poco
Reconocer los propios errores es el primer paso para intentar que no vuelvan a repetirse. Y disculparse por ello, un gesto de honestidad y humildad. Vettel sigue pidiendo perdón por lo ocurrido en el GP de Malaisia con su compañero y eso está bien... partiendo de la presunción de que ese arrepentimiento sea sincero. Sin embargo, en ocasiones asumir tal responsabilidad de la falta no es suficiente, porque ya resulta demasiado tarde y los ofendidos quizá puedan perdonar pero difícilmente olvidar. Y este caso me parece que es uno de ellos, para desgracia de Red Bull y seguramente regocijo de sus rivales.
Y lo digo porque se antoja harto improbable que Webber continúe la temporada como si nada hubiera ocurrido. Ya se produjo una brecha seria con Vettel y creo que la herida nunca llegó a estar cerrada del todo, entre otras cosas porque Red Bull tampoco ha contribuido a que así fuera. Ahora, con esa desobediencia del alemán en Sepang que le costó al australiano la victoria, el distanciamiento entre ambos debe ser incluso mayor y probablemente irresoluble. La única forma de que el damnificado pasara página sería que la escudería le devolviera, de un modo u otro, la satisfacción que él considera se le arrebató. Pero los antecedentes apuntan a que este supuesto es más que improbable, así que la guerra en el equipo campeón seguirá abierta por mucho que Vettel pretenda ahora enmendar la plana a golpe de disculpas.