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Hombrados, un caso excepcional

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Hombrados cumple la próxima semana 41 años. Ayer reapareció en Berlín, y no precisamente de manera testimonial, después de que el pasado mes de octubre se rompiera el ligamento cruzado. Semejante lesión, y más a esas edades, retira a cualquiera. Fue un palo. Se perdió, además, el Mundial que ganamos. Estuvo en el podio de Barcelona, donde todos, hasta los lesionados, recibieron su medalla por haber participado en la clasificación del equipo. Pero él se quedó sin ella por bonachón. Quiso que la recibieran primero hasta los técnicos y ayudantes de la Selección, y cuando el Príncipe fue a ponérsela ya no quedaban. El detalle define su carácter. A su excepcional personalidad une una trayectoria deportiva excepcional.

Su actuación de ayer es mítica por las circunstancias ya expuestas. No ya sólo por ese último balón que tocó o dejó de tocar, sino por sus cuatro prodigiosas paradas que dejó al Atlético vivo cuando el Füsche estaba lanzado. Con 19-17 en el marcador, Hombrados evitó el 20-17. Cuatro minutos después el marcador era 19-21 gracias a que paró cuanto le tiraron. Una actuación sensacional que permite celebrar la vuelta de un portero enorme. Como a sus cualidades deportivas suma una constancia ejemplar y una bonhomía singular, presenta todas las virtudes para ser candidato al Premio Príncipe de Asturias. El plazo acabó hace once días, pero vistas otras candidaturas, bien se podía hacer una excepción. El Príncipe, al fin y al cabo, le debe una medalla.