El Mundial de los africanos
De las competiciones de atletismo, el Mundial de cross pasa por ser la más genuina. Una sola carrera por el campo, todos contra todos, aunque dentro de un orden: los hombres por un lado, y las mujeres por otro; como los seniors y los júniors. El todos contra todos se refiere a que compiten juntos tanto los corredores de 1.500 metros como de maratón. Se trata, obviamente, de una carrera de resistencia, pero en la que también es necesaria mucha fortaleza. Fortaleza para superar un terreno generalmente pesado, cuando no embarrado. Hasta que aparecieron los africanos. Entonces todo cambió. Atletas estilizados, tan livianos y etéreos que parecían flotar. El Mundial de cross dejó de tener sentido para el hombre blanco.
El hombre blanco comenzó a competir contra rivales que crecieron saltando, corriendo y salvando grandes distancias campo a través. Jóvenes de Kenia y Etiopía que avispados agentes europeos se encargaron de hacer atletas. Ahora copan el podio y mucho más. Los últimos españoles que lograron colarse entre ellos fueron Rey y Roncero, 18º y 22º, respectivamente, hace diez años, aunque españoles fueron también Bezabeh, 14º en 2010, y Lamdassem, 16º en 2011, pero después de nacionalizarse. Y ahora ese es el problema: entre africanos y nacionalizados por otros países, no hay sitio entre los treinta primeros. Italia y Francia se han aprendido la lección: no presentan equipo masculino senior. Nosotros, sí. Con Odriozola ser teloneros está asegurado.