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Sólo la fe de Ramos

Desactivados. Tenemos una Selección que juega al fútbol como si la pelota fuese de porcelana y no de cuero. Tenemos overbooking de artistas, de jefes de obra. La mayoría la toca, la toca y la vuelve a tocar. El sistema no se discute y sería de necios. Dos Eurocopas y un Mundial nos contemplan en este quinquenio de vino y rosas. Pero el problema es que ya nos han calao. Somos objeto de culto en los clínics de entrenadores y hasta el desconocido seleccionador finlandés Mixu Paatelainen tuvo muy claro el antídoto desde el pitido inicial: una línea de diez defensas por delante de su portero Maenpaa. Los paisanos de Papá Noel estaban poco dispuestos a regalar ni las buenas noches. Y como nosotros somos de guión fijo, no hubo manera de plantear rutas alternativas para consumar el abordaje. El asunto fue tan crudo, que hasta el entusiasta público de El Molinón fue apagando las velas de sus cuerdas vocales ante tanta falta de imaginación. Muchas balas de fogueo y sólo un cañonazo aislado de Iniesta. Ni siquiera Manu Carreño, Kiko y Maldini, el espléndido tridente de Telecinco en la transmisión televisiva, nos podían levantar un ánimo que iba decayendo lentamente, como una cruel gota malaya.

Centenario con gol. Cuando las cosas se ponen feas y los arquitectos tienen los planos empapados de agua y con las líneas borrosas, esta España tiene un Plan B que responde más a nuestras señas de identidad de toda la vida, cuando éramos simples aspirantes a la corona. Ahí irrumpe como un coloso Sergio Ramos. Un torrente de pasión y de calidad en proporciones idénticas. Su partido 100 fue acompañado del brazalete de capitán y de un gol plagado de furia española. Un cabezazo de rabia y de orgullo. Sergio es el corazón de España y a eso no debemos renunciar nunca. El Molinón reaccionó, la afición recuperó la sonrisa y ahí tuvimos noqueados a los finlandeses. Pero el puntillero soñado por todos, Villa, no tuvo su noche. Llevaba 527 días sin ser titular con La Roja y al Guaje se le notó. La presión de estar ante su gente le sobrepasó. Sin Villa entonado, con Negredo en el banquillo y Soldado, Llorente y Torres de vacaciones de Semana Santa, la portería de Finlandia se convirtió en una caja de cerillas. Un desastre cuando el objetivo era ganar por goleada para llegar cómodos a la final contra los gallos franceses. Ni manita ni gaitas, un golito y gracias...

'Finlandazo'. Tanto pitorreo con que Finlandia es un pais de trineos de nieve y que su deporte nacional es el Pesäpallo (béisbol en el que el pitcher lanza hacia el bateador en parábola y no directo) debía tener un castigo moralizante. No hay que infravalorar a nadie. Y menos a Pukki, que tiene nombre de teleñeco pero que conoce nuestra Liga (jugó en el Sevilla) y ha compartido taquilla en el Schalke con un tal Raúl. Y eso es mucho. De hecho, metió a Valdés el gol del Finlandazo al estilo de los que habituaba el eterno capitán.

A tomar París. No queda otra que dejar de mirarse en el espejito mágico, ponerse las pinturas de guerra y acudir el próximo martes a la capital francesa como las legiones de Roma. Con orgullo y con grandeza. A ganar, ganar y ganar. Mejor no tener que especular con el empate. Somos España, la actual reina de Europa y del Mundo. Que se note, leches. Vamos a comerle la tostada a Ribèry y Benzema. Vamos a coronar la Torre Eiffel con la bandera de España...