Hay que esperar a Adrián
No parece haberle sentado bien el cambio de representante, ni los cantos de sirena sobre multimillonarias ofertas del fútbol inglés. A veces uno se gana con mucho esfuerzo un cartel en el terreno de juego y lo pierde estando en dimes y diretes. Adrián debe estar pasando un tormento. Y lo peor es que no tiene chivo expiatorio a mano. Simeone ha sido justo con él. Le encumbró con la titularidad el pasado año y le mantuvo con ese papel en el comienzo de la presente. Que Diego Costa le haya comido la tostada no es culpa del técnico. Ni de nadie. No le queda otra que volver a sus raíces, recordando las tardes de infancia golpeando con la pelota la fachada de la casa familiar.
Porque este asturiano sano ha salido de otras peores. Si tuvo el arrojo de romper con todo para marcharse al Deportivo, si años después, tras dar ciertos tumbos, también supo esperar su momento para quedar libre y venirse al Atlético, ahora no creo que se rinda. Eso sí, cada vez que salga desde el banquillo debe entender que está jugando el partido de su vida, que vuelve a ser un meritorio. En su carrera siempre le perjudicó no tener un rol claro. No es un goleador, ni un extremo, ni un mediapunta al uso. Pero tiene una gran virtud: en esas tres posiciones irrumpe haciendo cosas que se salen del guión. Y eso no se olvida.