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Defensa futbolística de Costa

Actualizado a

Diego Costa necesita un alegato de defensa futbolística. No por su pulcritud o su habilidad ni porque sea ya el jugador revelación del primer mundo. De hecho que Diego Costa juegue con Brasil demuestra la crisis de delanteros por la que pasa el fútbol canarinho. Pero la justicia del rendimiento y los resultados reclaman reivindicaciones públicas para que la mala fama no le degrade el rango a este delantero que ya ha sido etiquetado como un fuera de la ley y un oráculo de la maraña por parte de la mayor parte de la prensa y de los intereses de la competencia. Diego Costa es hoy en día un valor capital en el más estricto sentido futbolístico, entre otras cosas porque jugando cerca de Falcao le ha empujado la linde y le ha comido parcela al colombiano. Sus ocho goles del 2013 por número y oportunismo dejan en la planta de complementos sus habituales marrullerías.

Diego Costa retumba y rezonga desbocado en el campo. Simeone de momento no le ha puesto freno por la facilidad del brasileño para comerse de un bocado a pusilánimes y medrosos. Costa sería el mejor delantero mundial si se jugara a oscuras. Espoleando tacos y codos ha compuesto una sinfonía de las politonales articulaciones y costillas de los defensas rivales, inventa conflictos y genera murmullos. La obsesión señaladora de sus enemigos pueden acabar cediéndole un placentero radio de acción a compañeros como Falcao, Arda Turan, Koke o Adrián, un plus valioso para este final de temporada. En el Atlético no solo se le quiere por lo que asusta sino por su manera y habilidad de romper los planes de fomento de los contrarios. El juego febril del equipo de Simeone obra mejor contra edificios desarmados y vecindarios desestructurados.