Un pelotero encuentra su talla
Emancipado de sí mismo por la gracia de un zurriagazo ajustado, Luka Modric se pareció por fin a Luka Modric. De golpe olvidamos lo grandes que le quedaban los calzones, se nos pasó eso de recurrir a la dureza de su infancia durante la guerra serbocroata para glosar su fichaje, omitimos lo de la cinta en el pelo como Guti y hasta dejó de recordarnos a Johan Cruyff en su primera comunión. Por unos minutos, media hora de pelotero en Old Trafford, Luka Modric encontró su talla en el Real Madrid.
Su gol tuvo algo de Iniestazo en Stamford Bridge, no tanto por definitivo (fue el empate, quedaba tiempo para la zona Cesarini y no era la semifinal) sino por liberador. Once contra diez, sin obligaciones defensivas, Modric crecía a ojos vista, como si corretease por la secuela de Cariño, he encogido a los niños. Dio vida al Madrid jugando como un chaval: a divertir, cortita y al pie, aguantando el balón, tirando paredes y amagos. Seis meses después de su traspaso, Mourinho ha agrandado al niño. ¿O es el niño el que ha agrandado a Mourinho?