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Contra el dopaje

El Espacio 2014 de Alcobendas acoge esta tarde un interesante y necesario debate sobre los efectos de la Operación Puerto en nuestra imagen exterior, al que no podré asistir por motivos de agenda profesional, pero en el que -aunque el baloncesto no es objeto de esta crisis- quiero participar a través de estas líneas. La sombra de las dudas de dopaje que ha planeado en los últimos años sobre el deporte español (o sobre parte de él) hace imprescindible tomar medidas. Pero no desde un punto de vista coyuntural, en función de las circunstancias de cada caso y momento, sino estructural: hay que atacar la raíz del problema.

Desde mi cargo de presidente de la FEB he trabajado junto a varios Secretarios de Estado. Con Jaime Lissavetzky es con quien más tiempo he coincidido, y puedo decir que hizo un gran trabajo en la lucha contra la lacra del dopaje, lo que le valió ser elegido en dos ocasiones como representante europeo en la AMA. Puso las bases legislativas, incluso modificando el Código Penal. Pero aún y así desde el ámbito internacional se siguió poniendo en duda la eficacia de esa lucha, a la que desde luego no nos ha ayudado algún que otro movimiento patriotero que no ha querido o sabido analizar la cuestión desde la objetividad. Es cierto que en España los tiempos judiciales no avanzan acordes con los de la necesaria prontitud en el mundo del deporte, y un ejemplo de ello lo tenemos precisamente en la Operación Puerto, que se puso en marcha unos meses antes de la aprobación de la Ley que tipificó como delito la inducción al dopaje y el suministro y distribución de sustancias dopantes. Con todo, si se ha llegado al juicio que ahora estamos viviendo es gracias a los numerosos recursos presentados por la Abogacía de Estado a instancias del Consejo Superior de Deportes.

Pero la llegada de Miguel Cardenal a la Secretaría de Estado no ha dejado lugar a dudas sobre sus intenciones y hechos. Habló de introducir los mecanismos legales necesarios y solicitados por organismos internacionales, y el próximo viernes el Consejo de Ministros aprobará la Ley de Protección de la Salud Pública y Lucha contra el Dopaje que lo hará posible, adecuándola al código de la AMA y reforzando el papel de la Agencia Estatal Antidopaje (AEA). Una Ley que, además, con toda seguridad, impulsará una nueva visión y valoración del deporte español más allá de nuestras fronteras y servirá como herramienta para luchar contra quienes le han provocado un daño difícilmente reparable.

El actual Secretario de Estado cuenta en su equipo con Ana Muñoz -presidenta de la AEA y recientemente nombrada también presidenta de la Comisión de Control y Seguimiento de la Salud y el Dopaje-, un excelente fichaje cuya labor, alejada de los focos y los condicionantes externos, está presidida por la seriedad, la preparación y el rigor. Cardenal, criticado por los recortes que ha acometido en materia de subvenciones, podrá contemplarse con la perspectiva del tiempo como un político que no tuvo miedo a entrar en el mundo del fútbol, en su financiación y sus conflictos televisivos, en la reestructuración del deporte federativo o en la lucha contra el dopaje. Y el balance, estoy convencido, será altamente positivo.

Y una última reflexión: en la lucha contra el dopaje no se defiende a la Patria, se defiende la limpieza del deporte y la salud de sus deportistas. Seguro que así se entenderá en el Foro 2014-AS de hoy.