No hay sitio para los sentimientos

Cristiano vuelve, por algunas horas, a la que fue su casa durante seis temporadas. Ahí llegó cuando era un adolescente del fútbol, se hizo hombre y se formó con todo lo que aprendió de su gran maestro: Sir Alex Ferguson. La dejó siendo todavía joven pero llevando en su equipaje un Balón de Oro como reconocimiento a su calidad de jugador de altísimo nivel. Esos años pasados en Manchester seguramente le han dejado marca para el resto de su vida. Siente un profundo agradecimiento por la forma cariñosa con la que siempre fue tratado, sabe que le consideran uno más de la familia y que las puertas están abiertas por si algún día quiere regresar pero, a estas alturas, Cristiano está mentalmente maduro para saber elegir entre el sentimentalismo del pasado y las obligaciones que tiene con el equipo que actualmente representa.

Es humano que el 'siete' sienta algo especial cuando, al entrar en Old Trafford, se tenga que enfrentar a una afición que le idolatró, que le sigue queriendo, pero que ya no es la suya. Todo eso caerá en el olvido cuando suene el pitido inicial. Profesional íntegro y con una ambición sin límites, pondrá desde el primer momento en campo toda su calidad y energía para que pase de ronda el Madrid. Es el club al que se debe y con el que, de nuevo, se quiere consagrar como campeón de la Champions.