El espíritu sigue ahí: utilícenlo
Cuando instantes antes de empezar el partido el cielo de Sevilla rompió a llorar como si nunca antes hubiera llovido, algo se empezó a torcer en Nervión. En verdad ya venía torcido de antes. Desde el Calderón, cuando el Sevilla le regaló dos goles de alevines al Atlético. Ayer concedió otros dos de manera censurable. Y esa ventaja nunca la conceden los equipos que ganan. Este Atlético es mejor que un Sevilla que ya no tiene el nivel de antes, aunque sí el mismo espíritu rebelde, orgullosamente andaluz ayer. Todo ello reflejado en un Navas incomparable. Eso le bastó para pelear hasta el final, aunque en estos momentos marche a una velocidad menos que el Atlético. Ahora los Luis Fabiano y Kanouté (también los Javi Navarro y Escudé) juegan de rojiblanco.
El Arrebato no cantó. La lluvia se lo impidió, de ahí que la grada entonara el himno a capella. Del Nido había llamado a filas y ahí el Sevilla se transforma, es único. No siempre le da para conseguir lo que quiere, como ayer. Pero con esa base todo es posible. Le toca aguantar vacas flacas. Lógico. Pero ayer volvió a mostrar que empezando a hacer las cosas medianamente bien otra vez, tirará hacia arriba. Pocos pueden llegar hasta donde ha llegado este Sevilla sin estar bien. Y eso es algo.