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El Rey es Cristiano

A falta de diez minutos, el Camp Nou se quedó con la mitad de las gradas vacías. Muchos culés no soportaron el sonrojo de ver al Madrid de Mou pasar por encima de su Barça.

Como en mi niñez. Sólo los madridistas de cuna entendemos por qué nuestro blanco corazón está a estas horas a 130 pulsaciones (1-3). Mucho tiempo esperando un momento así. Éxtasis vikingo. Ya era hora de que la justicia divina pusiera a cada uno en su sitio. Los que hace un mes decían de este equipo que "¡sois muy malos!", hoy se baten en retirada preguntándose qué demonios está pasando. Yo se lo explico en una sola frase. El Madrid tiene en sus filas al mejor jugador del mundo. Con diferencia. El verdadero Balón de Oro lleva el 7 a la espalda y juega de blanco. Cristiano ya fue el artífice de la Liga de los 100 puntos y los 121 goles y en el Camp Nou ejecutó al Barça y a Messi con una actuación celestial (abril de 2012). Anoche, por si había dudas, elevó la nota del sobresaliente a la matrícula de honor. Y su presunto rival fracasó de nuevo. Después de lo de San Siro y lo de este inolvidable 26-F, ya le llaman Leo Messing. No tiene respuestas ante ese portugués, qué bueno es. Cada balón que cogía Cristiano convertía en mantequilla resbaladiza a la zaga azulgrana. La grada estaba aterrorizada. Su peinado de Supermán no se alteraba. Sus piernas de acero hacían temblar el mundo con cada golpeo. Pinto pedía la hora al árbitro desde el minuto 1. Pánico en el estadio. Cristiano juega a otra cosa que no está ahora mismo a la altura del resto de los mortales. Ya lleva seis Clásicos seguidos mojando en el Camp Nou. Suma ocho goles en su segunda casa (¡igualando en el total los 12 de Santillana!). El Madrid bailó sobre la tumba del Barça y firmó la entrega de un rival que ya no sabe cómo plantar cara al equipazo de Mourinho. Cristiano es el rey de la Copa del Rey. El bobo del láser le hizo un favor. Esa luz iluminó aún más su talento desatado. El madridismo disfruta con el jugador más grande que hayan visto sus ojos. Obrigado, amigo.

Lección de Mourinho. Ya lo hizo hace nueve meses en el Camp Nou con la Liga en juego y anoche repitió faena. Baño táctico desde la pizarra. Planteamiento-jaula impecable. Con Pepe en el banquillo, Varane se adueñó de la zaga junto a un Ramos impenetrable y dos laterales metidos en faena como si fuese el partido de sus vidas. Messi se acomplejó ante tanta grandeza. Los tics teatrales de Pedro, Jordi Alba y el propio Messi no colaron ante un Undiano Mallenco ejemplar, que no se arrugó ante la táctica cobardica de Roura por querer ponerle en la diana. Roura sabía que Mou le iba a dar un baño en la estrategia y tuvo que recurrir a lo extrafutbolístico para evitar un descalabro histórico. Pero los boinas verdes de Mou estaban aleccionados y hasta Di María estuvo en la línea grandiosa de la temporada pasada. Y Diego López espectacular, con el capitán Casillas aplaudiéndole desde la Tribuna. Un Madrid unido, comprometido, feliz de la vida, enchufado, ambicioso, demoledor, aplicado, atrevido, osado, ingenioso y talentoso. El Madrid soñado. El Madrid que ha enamorado al mundo entero. Los mismos que llevaban la camiseta del Barça en Honduras, Nueva York o China hoy mismo se comprarán la camiseta de Cristiano y Özil. El Barça es una moda y las modas son pasajeras. El Madrid es la historia del fútbol. El Madrid es el pasado, el presente y el futuro. Dios salve al Rey. O sea, al Madrid.

Hinchada eufórica. Esta histórica victoria va por el millón de madridistas que hay en Cataluña. Héroes en Territorio Comanche. Fieles sufridores que nunca dan la espalda al equipo de sus blancos corazones. La próxima semana se inaugurará la Peña Castellbell i El Vilar. El madridismo crece también allí. Esto es imparable. Y olé por los 600 espartanos que se dejaron las gargantas en el voladizo del CAMP MOU. Qué noche. Qué gozada. La vida es blanca...