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Cuando el talento gana a la ojeriza

Dos han sido las condenas de Kaká desde que llegó al Madrid: el precio de su fichaje (añadan la cuantía de su sueldo) y la comparación con Cristiano. A partir de ahí se desarrolla una ojeriza que ha fomentado Mourinho, con el que sólo ha disputado diez partidos completos en dos temporadas y media (el último, contra el Alcoyano). El argumento, si me permiten la simplificación, es que Kaká es un flojo. Se dice que su agresividad no está al nivel del resto del equipo, pero el hecho es que Kaká no ganó un Balón de Oro por ser un futbolista agresivo.

Aunque nos empeñemos en mitificar su recuerdo, el Kaká de Italia no era muy distinto al de su último partido con el Madrid. Si tanto deslumbraba en el Milán es porque tenía confianza (aspecto clave) y porque estaba rodeado de Gattuso, Brocchi o Ambrosini. Nadie, salvo Pirlo, le tuteaba. Aquí le rodean Cristiano, Özil, Xabi... Seguro que Kaká ha cometido errores (aquella operación de 2010), pero Mourinho le ha ayudado muy poco. En siete ocasiones le ha señalado sustituyéndolo al descanso. Si Kaká vuelve al once después de eso no seré yo quien le llame flojo.