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Hombres contra niños...

El ridículo de ayer en el Bernabéu, no por perder (previsible) sino por cómo perdió (lamentable), coloca al Sevilla-Deportivo del viernes la etiqueta de examen para los de Emery. No sólo en cuanto al resultado, sino en lo referente a cómo reacciona un grupo tendente a diluirse tras tres o cuatro partidos buenos y cosechar el primer tropezón gordo. Pasó en la primera vuelta, tras caer de aquella forma ante el Barça y esa sombra sigue planeando, amenazando el repunte tras la llegada de Emery. Ayer un Madrid a medio gas convirtió el reto (?) que le planteó el Sevilla en un Hombres vs. Niños que rozó la vergüenza absoluta.

No fue el de ayer el Sevilla que había reenganchado a su gente. Ni siquiera el que firmó otras tardes negras en la era Míchel. Eso le habrá dolido a Emery, que ya sabe que tiene que estar aún más encima de los suyos de lo que le habían advertido. Pero lo de ayer irremediablemente también señala al vasco. Su trivote cayó por su propio peso. Velozmente, por la falta de intensidad. ¿La excusa? La baja de Rakitic y el flojísimo banquillo del que dispone. Otra no cabe, porque era conocidísimo el plan del Madrid: lanzar fulgurantes contras y tenderle la trampa a un Sevilla que se creyó que dominaba. Iluso. La inocencia vestía de rojo. A veces adoptó la forma del peor Fazio, otras la de Maduro y otras la de Reyes y Negredo. Pero siempre de rojo. Como ayer acabaron las mejillas de los sevillistas.