Irlandeses del norte y del sur juegan unidos
Aunque hay quien defiende que el inventor del rugby, el inglés William Webb Ellis, nació en Irlanda cuando su padre servía en el ejército británico, en origen el rugby fue considerado en la isla deporte extranjero. O sea, británico. Fueron los alumnos del Trinity College en Dublín, y un grupo de jugadores de cricket en Belfast, quienes lo impulsaron. En 1871 se creó la Irish Rugby Football Union, federación conjunta, y desde entonces Irlanda juega unida al rugby. Durante la guerra de independencia y la civil las posturas se enconaron entre los adalides del deporte gaélico y los invasores. Fue a raíz de la matanza del Domingo Sangriento de 1920 en Croke Park: en contestación a un atentado del IRA, el Royal Irish Constabulary entró al estadio, abrió fuego y mató a 31 espectadores en un partido de fútbol gaélico. El trauma fue conjurado cuando la GAA, dirigente del deporte autóctono, autorizó a jugar al rugby en Croke Park, mientras se construía un nuevo estadio. Y sonó el God Save the Queen.
Pero la unión provoca singularidades. Durante años, en los partidos de Irlanda en Belfast sonaba el himno británico; en Dublín, La canción de un soldado, el de Eire. En 1995 se compuso La llamada de Irlanda, que apela al hermanamiento, pero los del sur exigen que en suelo dublinés suene también el de la república: por eso Irlanda escucha dos himnos en su campo. Y preside una bandera que representa a las cuatro provincias: Ulster, Leinster, Connacht y Munster. Ayer, siete jugadores nacidos en Irlanda del Norte formaron parte de la selección que ganó a Gales.