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Montoya sigue disfrutando del sueño americano

El 2 de julio de 2006, Montoya se vio envuelto en un choque múltiple en la salida del GP de Estados Unidos. Una semana después anunció que al año siguiente dejaría la F-1 para irse a la Nascar, pero a los dos días Ron Dennis, el jefe de McLaren, le liberó del contrato y en ese momento acabó la carrera de The One en F-1. "No me he arrepentido ni un solo segundo", responde categórico Montoya, que disputó 94 GGPP en cinco temporadas y media. Ganó siete carreras, hizo trece poles, logró doce vueltas rápidas y subió treinta veces al podio.

Números brillantes que no cerraron la brecha que se creó entre su carácter indómito y la exigente disciplina de McLaren. Dennis se ponía de los nervios con el séquito de gente que acompañaba a Montoya, y éste se aburrió del aislamiento al que querían someterle, además de no soportar el politiqueo de la F-1.

Dejó Mónaco y se instaló en Miami con su mujer, Connie Freydell, que ya residía allí con su hijo Sebastián (que en 2012 ha debutado en karts en la Rotax Micro Max RMAX Challenge en Homestead), y desde donde presidía la Fundación 'Fórmula Sonrisas', cuya finalidad es dar a niños que viven en condiciones muy difíciles un motivo para sonreír. Montoya es feliz alejado del exhaustivo rigor de la F-1 y entregado a su vida familiar (ya tiene tres hijos).

En EE UU ha seguido demostrando que es rápido, espectacular, atrevido, polémico... Fue mejor rookie, sabe lo que es ganar en las Busch Series, en la Nextel Cup, fue el primer extranjero en disputar la chase (los doce mejores se juegan el título Nascar en las diez últimas carreras) y lleva tres victorias en las 24 Horas de Daytona, la última el domingo, con 37 años, al volante de un BMW Riley compartido con Rojas, Pruett, Dixon y Kimball. Y para celebrarlo, semana familiar esquiando en Colorado.