La Davis tiene un problema

La Davis tiene un problema

Ferrer acabó el año como un tiro (victorias en Valencia y el Masters de París, más sus dos puntos en la final de la Davis) y comenzó éste con fuerza parecida (semifinalista en Doha y Australia, y vencedor en Auckland). Pero Ferrer no estará en la Davis. Lo dijo hace un mes, y lo mantiene. Ayer se le volvió a preguntar por si acaso. Como el partido contra Djokovic sólo había durado hora y media, no habría acumulado mucho mayor cansancio. Pero nada. Ferrer dice que no está para más trotes. Puede que tenga razón. El solo viaje hasta Vancouver deja baldado al más pintado. Volando directamente desde Melbourne son 14.000 kilómetros. Por Madrid, para salir todos los jugadores juntos el domingo, 26.000.

La eliminatoria contra Canadá parece asequible, porque sólo tiene a un jugador bien colocado: Raonic, número 15 del mundo. Pero en el tenis las diferencias se acortan en cuanto un jugador no rinde a plenitud. Lo vimos en la final de la Davis cuando Almagro, teóricamente mejor que Stepanek, perdió el punto decisivo. Así que Ferrer lo mismo acierta en no ir. Además, la primera eliminatoria se le suele atragantar a los mejores, obligados a dar lo mejor a miles de kilómetros de donde hay que jugar la Davis a la siguiente semana. Cambio de clima, de zona horaria, de continente, de pista, de competición, de mentalidad... ¡Uff! Y encima lo mismo se pierde. Pues mejor que juegue otro. Como lo hacen todos, puede que el problema sea la Davis.