Cambio en la gestión deportiva

Mireia Belmonte es uno de los mayores valores de nuestro deporte. Con 15 años fue doble campeona mundial júnior, y el año pasado, con 21, doble subcampeona olímpica. Está en la línea de nuestros grandes campeones. Los recortes presupuestarios y la crisis casi se la llevan por delante. Ha estado cuatro meses de un sitio para otro, sin saber dónde y con quién entrenarse, hasta que se ha encontrado la mejor solución. Volverá a nadar donde siempre, en el Sabadell, con su entrenador preferido, Vergnoux, y será patrocinada por la Universidad Católica de Murcia. Asunto arreglado. Pero doy fe de que no ha sido nada fácil. La mediación de Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte, ha sido fundamental.

Cardenal es consciente de que en los tiempos actuales no hay medios para todos, y de que nuestro deporte se va a resentir por ello. Pero lo que no va a permitir es que el grupo de élite que tenemos se nos venga abajo. Dinero no les podrá dar, pero sí intervenir, mediar y gestionar para que puedan seguir siendo el mascarón de proa del deporte. En España tenemos una docena de campeones en los que merece la pena invertir. Mireia Belmonte es uno de ellos; otro es la Selección de balonmano, cuyas actuaciones están justificando ser anfitriones del Mundial en plena crisis. Los pabellones se llenan, las audiencias son buenas y pensar en el título no es descabellado. Que el deporte nos haga sentirnos orgullosos es magnífico.