Viene tormenta de mierda
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El término es de David Millar. Comentando la confesión televisada de Armstrong, dijo que era en lo que se encontraba metido el ciclista estadounidense. En términos generales, la intervención de Armstrong fue muy criticada entre las fuerzas vivas asistentes al debate que organizó la Agencia Estatal Antidopaje (AEA) con Millar, un ciclista arrepentido. Se esperaba más de Armstrong. Pero al menos ha reconocido las acusaciones de la Agencia estadounidense (USADA), a la que no le ha temblado el pulso a la hora de desenmascarar a uno de sus ídolos. Éste, Armstrong, tendrá las razones que sea para reconocer que se ha dopado, pero lo ha admitido. Como Millar. Por ahí van resolviendo sus problemas. Aquí seguimos sumidos en las tinieblas.
Aquí tenemos a Manzano, y de él escucho decir que es un loco, más que es un arrepentido. Aquí tenemos cien bolsas de sangre sin identificar de la Operación Puerto, y no veo a la AEA clamar contra esa situación jurídica que nos deja al pie de los caballos. En nueve días comienza el juicio oral, y formalmente saldrá poca cosa, porque se investiga un delito contra la salud pública, no de dopaje. Pero veremos hasta dónde está dispuesta a llegar después la AEA. Tenemos un problema por resolver, y éste esconde una tormenta tan grande o más que la de Armstrong. Identificar a quiénes pertenece la sangre es nuestra asignatura pendiente. Y digo yo que las agencias, como hemos visto con la USADA, están para algo más que para decir que doparse es malo.




